Historia y Evolución de las Tribus Urbanas en México: Identidades Juveniles y Transformación Social
Historia y Evolución de las Tribus Urbanas en
México: Identidades Juveniles y
Transformación Social
Introducción
La historia de las tribus urbanas en México constituye un campo privilegiado para analizar las transformaciones sociales, culturales y políticas que han atravesado al país desde mediados del siglo XX. Lejos de ser simples modas juveniles, estas expresiones conforman subculturas complejas, con códigos propios, discursos identitarios, posicionamientos políticos, estéticas diferenciadas y modos particulares de relacionarse con el poder, la desigualdad y la vida urbana. En México, las tribus urbanas han funcionado como espacios de refugio, protesta, experimentación y creación cultural, especialmente para sectores juveniles que enfrentan precarización económica, marginación territorial o tensiones generacionales profundas.
Este artículo utiliza herramientas de la sociología, la antropología cultural y los estudios de juventud para reconstruir —con rigor académico y lenguaje accesible— la evolución histórica de las tribus urbanas mexicanas, desde los pachucos de los años cuarenta hasta las comunidades góticas, skater, emo, queer, otaku y urbanas-digitales del siglo XXI. También analiza los conflictos, tensiones internas, desigualdades, género, agencia, violencia mediática y política, así como su papel en la estructura cultural del país.
¿Qué son las tribus urbanas en México? Concepto y marco sociológico
El concepto “tribu urbana” surgió internacionalmente para describir grupos juveniles que comparten estética, prácticas culturales y sentido de pertenencia en entornos urbanos. Aunque el término se popularizó mediáticamente, autores como Dick Hebdige (1979) y Rossana Reguillo (2000, 2010) señalan que es más adecuado hablar de subculturas o culturas juveniles, pues estos grupos articulan prácticas simbólicas que dialogan con estructuras de poder, consumos culturales, desigualdades socioeconómicas y procesos de globalización.
En México, las tribus urbanas implican:
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Identidades colectivas construidas a través de ropa, música, símbolos, espacios y rituales.
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Respuestas a tensiones estructurales, como desigualdad, control policial, precariedad laboral o falta de reconocimiento familiar.
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Procesos de agencia juvenil, donde los jóvenes reinterpretan influencias globales desde contextos locales.
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Prácticas culturales híbridas, en las que lo mexicano se mezcla con corrientes internacionales.
Antecedentes históricos: de los pachucos a las contraculturas de mediados del siglo XX
Los pachucos (años 40–50): identidad en resistencia
Los pachucos representan la primera gran subcultura juvenil moderna reconocida en México. Nacida entre México y Estados Unidos —particularmente en El Paso, Ciudad Juárez y Los Ángeles— esta comunidad utilizaba el zoot suit, una estética exuberante que funcionaba como resistencia simbólica ante el racismo, la segregación y la discriminación.
El pachuco, estudiado por Monsiváis y Valenzuela Arce, encarnó la idea de “lo fronterizo”: un sujeto culturalmente híbrido que desafió las normas morales y nacionalistas del México posrevolucionario. En él confluyeron clase, raza, migración y violencia estatal. La prensa de la época lo representó como amenaza, reforzando estigmas que aún resuenan en otras tribus urbanas posteriores.
Los “rebeldes sin causa” mexicanos (años 50–60)
Durante los años cincuenta, la influencia del rock & roll, el cine estadounidense y las tensiones generacionales derivó en grupos juveniles inspirados en James Dean o Elvis Presley. Estos jóvenes simbolizaban la ruptura moral de la posguerra e introdujeron nuevos códigos de consumo cultural, baile y estética corporal.
Las tribus urbanas desde los años 60: rock, contracultura y represión
H3. El movimiento hippie y la contracultura mexicana
El movimiento hippie llegó a México a mediados de los sesenta, impulsado por el rock psicodélico, el pacifismo y la búsqueda espiritual. Barrios como la Zona Rosa, Coyoacán y posteriormente Avándaro se convirtieron en espacios de reunión, creatividad musical y circulación de ideas libertarias.
El Estado respondió con vigilancia, censura y criminalización, especialmente después de 1968. Como documenta Eric Zolov (1999), el rock mexicano vivió una época conocida como “la Onda Chicana”, en la que bandas, jóvenes y artistas negociaban entre control gubernamental y creatividad cultural.
El festival de Avándaro (1971)
Avándaro marcó un antes y un después: congregó a miles de jóvenes que reivindicaron la libertad musical y corporal. Tras el evento, los medios lo representaron como símbolo de “desorden moral”, lo que justificó la represión posterior. Este episodio se volvió un antecedente clave: mostró el potencial político de las culturas juveniles.
Años 80 y 90: punk, dark, metal, cholos y la diversificación subcultural
Las crisis económicas, el crecimiento urbano y la llegada de nuevas corrientes musicales impulsaron una proliferación de tribus urbanas más heterogéneas.
Punk mexicano: protesta, autogestión y barrios obreros
El punk mexicano surgió en los años ochenta en barrios populares y vecindades. A diferencia de su homólogo británico, en México estuvo profundamente ligado a:
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Desempleo juvenil
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Violencia policial
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Autogestión comunitaria
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Crítica al Estado
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Economías alternativas
Bandas como Massacre 68 o Solución Mortal fueron referentes de un estilo áspero, politizado y territorializado. Los toquines clandestinos, fanzines fotocopiados y redes de solidaridad constituyeron su columna vertebral.
El movimiento dark y gótico: sensibilidad estética y duelo social
La escena dark/gótica mexicana emergió en los ochenta y noventa, influenciada por Bauhaus, The Cure y la estética pospunk. Más que únicamente música, construyó una sensibilidad cultural asociada al duelo, la introspección y la crítica a la modernidad industrial. Espacios como el Tianguis Cultural del Chopo fueron centrales para su consolidación.
Metaleros y headbangers
El metal en México se expandió con fuerza —desde el heavy metal hasta el death metal— como una comunidad basada en la sonoridad extrema, la hermandad y el distanciamiento de la cultura dominante. Su estética desafió estereotipos de masculinidad y, en años posteriores, abrió espacio para mujeres metaleras que confrontaron prejuicios dentro y fuera de la escena.
Cholos: territorialidad, migración y cultura barrio
El fenómeno cholo en México, inspirado parcialmente en las pandillas mexicoamericanas, tiene raíces profundas en migración, identidad de barrio, marginalización y vigilancia policial. Investigadores como Reguillo señalan que su estética —tatuajes, pantalones holgados, códigos de colores— representa no solo estilo sino territorialidad, disciplina y sentido de familia extendida.
La figura del cholo fue altamente estigmatizada por los medios, lo que generó violencia simbólica y justificación de prácticas de criminalización.
Años 2000: globalización, medios, emos, skatos, ravers y otakus
H3. Skatos: movilidad, trucos y cultura callejera
Los skater llegaron a México desde los 90 pero adquirieron visibilidad masiva en los 2000. Se articularon alrededor de:
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Cultura del deporte urbano
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Videos caseros
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Modos de apropiación del espacio público
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Compañerismo y competencia amistosa
Representaban una identidad juvenil dinámica, asociada a la movilidad y la exploración urbana.
Emos: emociones, vulnerabilidad y violencia mediática
La llegada de los emos fue significativa no por su origen, sino por la violencia simbólica y física que vivieron. En 2008, ataques en diferentes ciudades mexicanas fueron amplificados por los medios, reproduciendo estigmas sobre “sensibilidad excesiva”, sexualidad o “estilos no masculinos”.
El caso emo reveló cómo la homofobia, la masculinidad hegemónica y el control mediático convergen en la violencia contra jóvenes. Las chicas emo —aunque menos visibilizadas mediáticamente— padecieron doble discriminación: por estética y por género.
Ravers y electrónica: desinhibición y ritual nocturno
Los ravers presentan dinámicas comunitarias basadas en el ritual nocturno, el baile prolongado y la búsqueda de comunión colectiva. En México, fiestas clandestinas y clubs fueron espacios de experimentación sonora, sexual y corporal.
Otakus: cultura japonesa, consumo cultural y globalización digital
La expansión del anime y manga generó una comunidad otaku que transformó hábitos de consumo audiovisual, asistencias a convenciones y la creación de identidades híbridas. Su presencia revela nuevas dinámicas juveniles ligadas a internet, cosplay, fanfiction y redes sociales.
Mujeres en las tribus urbanas: agencia,
resistencia y transformaciones
La historia de las tribus urbanas en México ha sido narrada desde perspectivas masculinas, pero las mujeres han tenido papeles cruciales:
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En el punk, mujeres como músicos, creadoras de fanzines o gestoras culturales desafiaron el machismo de la escena.
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En el metal, enfrentaron estigmas sobre fuerza, dureza o supuesta “falta de autenticidad”.
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En el gótico, ocuparon espacios centrales en la construcción estética y la reflexión corporal.
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Entre cholos y barrios, las mujeres renegociaron roles marcados por vigilancia, maternidad temprana y violencia comunitaria.
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En comunidades digitales (otaku, cosplay), protagonizan la producción creativa, diseño, artes visuales y trabajo editorial.
Su presencia demuestra que las tribus urbanas no son refugios de neutralidad, sino espacios donde se negocia el género, la sexualidad y la desigualdad estructural.
Tensiones internas y conflictos: identidad, autenticidad y desigualdad
Las tribus urbanas no son homogéneas; presentan conflictos que incluyen:
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Autenticidad vs. comercialización
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Clase social (no es igual ser punk en barrio obrero que en zonas medias)
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Género y sexualidad
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Territorialidad
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Disputas por liderazgo o purismo subcultural
Estos conflictos son parte de su dinámica viva y explican por qué evolucionan en el tiempo.
Papel de los medios de comunicación en México
Los medios han producido representaciones estereotipadas de las tribus urbanas, muchas veces criminalizándolas. Desde los pachucos hasta los emos, la cobertura mediática ha oscilado entre:
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Morbo
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Estigmatización
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Exageración de riesgos
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Simplificación cultural
Sin embargo, también han facilitado la difusión musical, estética y narrativa que permite a los jóvenes encontrarse, formarse y resignificar identidades.
Tribus urbanas en la era digital: comunidades híbridas
Hoy las tribus urbanas se reconfiguran a través de:
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Grupos de Facebook
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TikTok
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Comunidades de Twitch
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Foros
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Discord
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Espacios virtuales de gaming
La identidad juvenil contemporánea es fluida, multiestética e híbrida, donde un mismo joven puede ser skater, gamer, otaku y queer al mismo tiempo.
Impacto sociocultural y político en México
El impacto de las tribus urbanas es amplio y profundo:
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Economía creativa (moda, música, diseño, eventos)
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Uso del espacio público
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Protesta política y autogestión
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Nuevas pedagogías afectivas
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Redes de apoyo emocional
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Transformación urbana (skateparks, tianguis culturales, foros autogestivos)
Más que desviaciones, son formas juveniles de intervenir en la sociedad.
Análisis
La historia de las tribus urbanas en México revela tensiones estructurales entre juventud, Estado, mercado y cultura. Estos grupos no son fenómenos marginales sino espejos donde se reflejan desigualdades de clase, género y territorio. En ellos encontramos las huellas de la precariedad laboral juvenil, la violencia policial, la criminalización mediática, el duelo social derivado de crisis políticas y la constante negociación entre control y libertad.
Las tribus urbanas funcionan como microespacios de poder: lugares donde los jóvenes resignifican su cuerpo, reinventan la masculinidad y redefinen la feminidad desde prácticas contrahegemónicas que desafían normas patriarcales, producen afectos comunitarios e impugnan los discursos conservadores. Desde los pachucos hasta los emos, cada subcultura ha articulado un posicionamiento crítico ante el orden dominante. Su estética no es solo apariencia, sino lenguaje político: el zoot suit del pachuco desafiaba el racismo; la cresta punk denunciaba desigualdad; el maquillaje gótico significaba duelo; el cabello emo expresaba vulnerabilidad emocional en un país que castiga la sensibilidad masculina.
La violencia que reciben —desde persecución policial hasta linchamientos simbólicos— muestra la incomodidad que generan identidades no hegemónicas. Las tribus urbanas ponen en crisis la familia tradicional, el control del cuerpo, la masculinidad rígida y la obediencia juvenil. Por eso se les vigila, se les ridiculiza o se les criminaliza.
Su contribución histórica, sin embargo, es profunda: han democratizado el acceso a la cultura, ampliado los repertorios estéticos, fortalecido economías creativas, producido memoria cultural y servido como espacios de libertad para mujeres y disidencias sexuales. Son archivos vivientes de la resistencia juvenil en México.
Tendencias actuales y futuro de las tribus
urbanas en México
El paisaje subcultural contemporáneo se caracteriza por:
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Identidades múltiples
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Hibridaciones
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Estéticas efímeras
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Influencia del algoritmo
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Movilidad entre comunidades
Aunque algunas tribus clásicas han disminuido visibilidad pública, no han desaparecido. Se transforman, migran al entorno digital y reemergen como nuevas configuraciones híbridas.
Conclusión
La historia de las tribus urbanas en México es una historia de resistencia, creatividad y conflicto. Es también una ventana privilegiada para comprender las luchas juveniles contra la desigualdad, la homofobia, el clasismo, la violencia estatal y las tensiones generacionalmente acumuladas. Estas subculturas constituyen parte esencial de la memoria cultural mexicana y de sus disputas por el sentido de la modernidad.
Su legado es claro: ampliaron los márgenes de lo posible para la juventud, disputaron significados de autenticidad, democratizaron espacios urbanos y demostraron que la identidad no es un destino, sino una construcción política, estética y afectiva.
TEXTO EN INGLÉS
History and Evolution of Urban Tribes in
Mexico: Youth Identities and Social
Transformation
Explore the history of urban tribes in Mexico: their origins, evolution, youth influences, and their cultural and social impact across generations.
Introduction
The history of urban tribes in Mexico is a privileged field for analyzing the social, cultural, and political transformations that the country has undergone since the mid-20th century. Far from being mere youth trends, these expressions constitute complex subcultures with their own codes, identity discourses, political stances, distinctive aesthetics, and particular ways of relating to power, inequality, and urban life. In Mexico, urban tribes have served as spaces of refuge, protest, experimentation, and cultural creation—especially for young people facing economic precarity, territorial marginalization, and deep generational tensions.
This article draws on sociology, cultural anthropology, and youth studies to reconstruct—with academic rigor and accessible language—the historical evolution of Mexican urban tribes, from the pachucos of the 1940s to the gothic, skater, emo, queer, otaku, and digital-urban communities of the 21st century. It also analyzes conflicts, internal tensions, inequalities, gender, agency, media and political violence, as well as their role within the country’s cultural structure.
What Are Urban Tribes in Mexico? Concept and
Sociological Framework
The term urban tribe emerged internationally to describe youth groups that share an aesthetic, cultural practices, and a sense of belonging within urban environments. Although the concept became popular through the media, authors such as Dick Hebdige (1979) and Rossana Reguillo (2000, 2010) argue that it is more accurate to speak of subcultures or youth cultures, since these groups articulate symbolic practices that interact with power structures, cultural consumption, socioeconomic inequalities, and globalization processes.
In Mexico, urban tribes involve:
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Collective identities built through clothing, music, symbols, spaces, and rituals.
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Responses to structural tensions, such as inequality, police control, labor precarity, or lack of family recognition.
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Processes of youth agency, in which young people reinterpret global influences within local contexts.
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Hybrid cultural practices, where Mexican elements merge with international currents.
Historical Background: From Pachucos to Mid-
20th-Century Countercultures
Pachucos (1940s–50s): Identity in Resistance
Pachucos represent the first major modern youth subculture recognized in Mexico. Emerging between Mexico and the United States—particularly in El Paso, Ciudad Juárez, and Los Angeles—this community adopted the zoot suit, an extravagant aesthetic that functioned as symbolic resistance to racism, segregation, and discrimination.
The pachuco, studied by Monsiváis and Valenzuela Arce, embodied the idea of “the border”: a culturally hybrid subject who challenged the moral and nationalist norms of post-revolutionary Mexico. Within this figure converged class, race, migration, and state violence. The press portrayed pachucos as a social threat, reinforcing stigmas that continued to echo in later urban tribes.
“Rebels Without a Cause” in Mexico (1950s–60s)
During the 1950s, the influence of rock & roll, American cinema, and generational tensions gave rise to youth groups inspired by figures like James Dean and Elvis Presley. These young people symbolized postwar moral rupture and introduced new patterns of cultural consumption, dance, and bodily aesthetics.
Urban Tribes Since the 1960s: Rock,
Counterculture, and Repression
The Hippie Movement and Mexican Counterculture
The hippie movement arrived in Mexico in the mid-1960s, driven by psychedelic rock, pacifism, and spiritual exploration. Neighborhoods such as Zona Rosa, Coyoacán, and later Avándaro became hubs of gathering, musical creativity, and libertarian ideas.
The State responded with surveillance, censorship, and criminalization, especially after 1968. As Eric Zolov (1999) documents, Mexican rock experienced what became known as “La Onda Chicana,” in which bands, young people, and artists navigated between government control and cultural creativity.
The Avándaro Festival (1971)
Avándaro marked a turning point: it gathered thousands of young people who advocated for bodily and musical freedom. After the event, the media depicted it as a symbol of “moral disorder,” thereby justifying subsequent repression. This episode became a key precedent, demonstrating the political power of youth cultures.
1980s and 1990s: Punk, Dark, Metal, Cholos,
and Subcultural Diversification
Economic crises, urban growth, and the arrival of new musical currents triggered the emergence of increasingly heterogeneous urban tribes.
Mexican Punk: Protest, Self-Management, and Working-Class Barrios
Mexican punk emerged in the 1980s in working-class neighborhoods and tenements. Unlike its British counterpart, in Mexico it was deeply tied to:
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Youth unemployment
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Police violence
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Community self-management
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Critique of the State
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Alternative economies
Bands like Massacre 68 and Solución Mortal became references for a raw, politicized, territory-based style. Clandestine toquines (gigs), photocopied fanzines, and solidarity networks formed the backbone of the scene.
Dark/Goth Movement: Aesthetic Sensitivity and Social
Mourning
The Mexican dark/goth scene emerged in the 1980s and 1990s, influenced by Bauhaus, The Cure, and post-punk aesthetics. More than a musical preference, it articulated a cultural sensibility associated with mourning, introspection, and critique of industrial modernity. Spaces like the Tianguis Cultural del Chopo became central to its development.
Metaleros and Headbangers
Metal music spread vigorously in Mexico—from heavy metal to death metal—constituting a community rooted in extreme sound, camaraderie, and distance from mainstream culture. Its aesthetic challenged stereotypes of masculinity and, in later years, opened space for female metalheads who confronted prejudice within and outside the scene.
Cholos: Territoriality, Migration, and Barrio Culture
The cholo phenomenon in Mexico, partially inspired by Mexican-American gangs, has deep roots in migration, barrio identity, marginalization, and police surveillance. Scholars such as Reguillo note that its aesthetics—tattoos, baggy pants, color codes—represent not just style but territoriality, discipline, and extended family networks.
The cholo figure was heavily stigmatized by the media, generating symbolic violence and legitimizing criminalization.
2000s: Globalization, Media, Emos, Skaters,
Ravers, and Otakus
Skaters: Mobility, Tricks, and Street Culture
Skaters arrived in Mexico in the 1990s but gained massive visibility in the 2000s. Their identity revolved around:
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Urban sport culture
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Homemade videos
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The appropriation of public space
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Companionship and friendly competition
They embodied a dynamic youth identity tied to mobility and urban exploration.
Emos: Emotion, Vulnerability, and Media Violence
The arrival of emos was significant not for their origin but for the symbolic and physical violence they faced. In 2008, attacks in several Mexican cities were amplified by the media, reinforcing stigmas surrounding “excessive sensitivity,” sexuality, or “non-masculine styles.”
The emo case revealed how homophobia, hegemonic masculinity, and media control intersect in violence against youth. Emo girls—less visible in the media—faced double discrimination: for their aesthetics and for their gender.
Ravers and Electronic Culture: Release and Nocturnal Ritual
Ravers participate in community dynamics based on nocturnal ritual, extended dancing, and collective communion. In Mexico, clandestine parties and clubs became spaces for sonic, sexual, and bodily experimentation.
Otakus: Japanese Culture, Media Consumption, and Digital Globalization
The expansion of anime and manga created an otaku community that transformed audiovisual consumption habits, attendance at conventions, and the creation of hybrid identities. Their presence reveals new youth dynamics connected to the internet, cosplay, fanfiction, and social media.
Women in Urban Tribes: Agency, Resistance, and Transformation
Although the history of urban tribes in Mexico has often been narrated from male perspectives, women have played crucial roles:
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In punk, women as musicians, fanzine creators, and cultural organizers challenged the scene’s sexism.
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In metal, they confronted stereotypes about strength, toughness, and “authenticity.”
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In goth communities, they shaped aesthetics and bodily expressions.
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Among cholos and barrio groups, women renegotiated roles marked by surveillance, early motherhood, and community violence.
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In digital communities (otaku, cosplay), women lead creative production, design, visual arts, and editorial work.
Their presence shows that urban tribes are not neutral spaces but arenas where gender, sexuality, and structural inequality are constantly negotiated.
Internal Tensions and Conflicts: Identity,
Authenticity, and Inequality
Urban tribes are not homogeneous; they feature internal tensions such as:
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Authenticity vs. commercialization
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Class differences (being punk in a working-class barrio vs. a middle-class area)
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Gender and sexuality
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Territoriality
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Disputes over leadership or subcultural purity
These conflicts form part of their dynamic nature and help explain why they evolve over time.
The Role of the Media in Mexico
Media outlets have produced stereotyped representations of urban tribes, often criminalizing them. From pachucos to emos, coverage has oscillated between:
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Sensationalism
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Stigmatization
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Exaggeration of risks
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Cultural simplification
However, media have also facilitated the dissemination of music, aesthetics, and narratives that help young people meet, express themselves, and reshape their identities.
Urban Tribes in the Digital Era: Hybrid Communities
Today, urban tribes are reconfigured through:
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Facebook groups
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TikTok
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Twitch communities
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Forums
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Discord
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Online gaming spaces
Contemporary youth identity is fluid, multi-aesthetic, and hybrid, allowing a single young person to be skater, gamer, otaku, and queer simultaneously.
Sociocultural and Political Impact in Mexico
Urban tribes have had wide and significant influence:
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Creative economy (fashion, music, design, events)
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Public-space use
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Political protest and self-management
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New affective pedagogies
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Emotional support networks
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Urban transformation (skateparks, cultural markets, self-managed venues)
More than deviations, they are youthful ways of intervening in society.
Analysis
The history of urban tribes in Mexico reveals structural tensions among youth, the State, the market, and culture. These groups are not marginal phenomena but mirrors reflecting class, gender, and territorial inequalities. They bear the marks of youth labor precarity, police violence, media criminalization, social mourning from political crises, and the ongoing negotiation between control and freedom.
Urban tribes operate as micro-spaces of power: places where young people re-signify their bodies, reinvent masculinity, generate community affects, and challenge conservative discourses. From pachucos to emos, each subculture has articulated a critical stance against dominant order. Their aesthetics are not mere style but political language: the pachuco zoot suit defied racism; the punk mohawk denounced inequality; gothic makeup expressed mourning; emo hair symbolized emotional vulnerability in a country that punishes male sensitivity.
The violence they face—from police persecution to symbolic lynching—reveals the discomfort caused by non-hegemonic identities. Urban tribes destabilize the traditional family, bodily control, rigid masculinity, and youth obedience. For these reasons, they are watched, ridiculed, or criminalized.
Their historical contribution, however, is profound: they democratized cultural access, broadened aesthetic repertoires, strengthened creative economies, produced cultural memory, and created spaces of freedom for women and sexual dissidences. They are living archives of youth resistance in Mexico.
Current Trends and the Future of Urban Tribes in Mexico
The contemporary subcultural landscape is characterized by:
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Multiple identities
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Hybridizations
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Ephemeral aesthetics
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Algorithmic influence
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Movement across communities
Although some classical tribes have reduced public visibility, they have not disappeared. They transform, migrate to digital spaces, and reemerge as new hybrid configurations.
Conclusion
The history of urban tribes in Mexico is a story of resistance, creativity, and conflict. It is also a privileged lens through which to understand youth struggles against inequality, homophobia, classism, state violence, and long-standing generational tensions. These subcultures are an essential part of Mexico’s cultural memory and of its disputes over the meaning of modernity.
Their legacy is clear: they expanded the boundaries of the possible for youth, contested notions of authenticity, democratized urban spaces, and demonstrated that identity is not destiny but a political, aesthetic, and affective construction.
Referencias
Hebdige, D. (1979). Subculture: The Meaning of Style. Routledge.
Reguillo, R. (2000). Emergencia de culturas juveniles: Estrategias del desencanto. Norma.
Reguillo, R. (2010). Los jóvenes en México. Fondo de Cultura Económica.
García Canclini, N. (1995). Consumidores y ciudadanos: Conflictos multiculturales de la globalización. Grijalbo.
Valenzuela Arce, J. M. (2002). Jóvenes y culturas juveniles: Entre la tradición y la modernidad. Fondo de Cultura Económica.
Zolov, E. (1999). Refried Elvis: The Rise of the Mexican Counterculture. University of California Press.
Feixa, C. (1998). De jóvenes, bandas y tribus. Ariel.
Hodkinson, P. (2002). Goth: Identity, Style and Subculture. Berg.
Monsiváis, C. (1981). Crónicas de la vida cultural en México. Era.


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