La evolución de la química industrial: descubrimientos, científicos y su impacto en la humanidad

 

La evolución de la química industrial:

 descubrimientos, científicos y su impacto en la

 humanidad

La química industrial constituye uno de los pilares tecnológicos que han transformado el rumbo de la civilización humana. Desde su surgimiento formal durante la Revolución Industrial hasta los recientes avances en química verde, catálisis heterogénea, ingeniería molecular y producción sostenible, esta disciplina ha moldeado la economía, la medicina, la agricultura, la energía y prácticamente cada aspecto de la vida moderna. Su historia es una narrativa de innovación, ciencia, industria y humanidad, marcada por inventos que modificaron la manera en que las sociedades producen bienes, consumen recursos y enfrentan desafíos ambientales y tecnológicos.

Aunque las prácticas químicas existen desde las civilizaciones antiguas —como la metalurgia sumeria, el vidrio egipcio o la tintorería fenicia—, la química industrial moderna nace cuando la química deja de ser un oficio artesanal para convertirse en una ciencia cuantitativa, impulsada por los trabajos de Lavoisier, Berzelius, Davy, Faraday y posteriormente por la revolución del análisis químico en el siglo XIX. La industrialización exigía procesos reproducibles, escalables y controlados, y fue justamente esta necesidad la que incubó los primeros grandes avances: la producción masiva de ácido sulfúrico mediante el proceso de plomo y luego el proceso de contacto, la industrialización del carbonato de sodio con el proceso Solvay, y la síntesis de colorantes artificiales tras el descubrimiento accidental de la anilina púrpura por William Henry Perkin en 1856, hallazgo frecuentemente considerado el punto de partida oficial de la industria química moderna.

Entre los descubrimientos más influyentes destaca la síntesis de amoníaco mediante el proceso Haber-Bosch, desarrollado por Fritz Haber y posteriormente optimizado industrialmente por Carl Bosch. Este proceso permitió fijar nitrógeno atmosférico a escala industrial mediante catálisis heterogénea bajo condiciones extremas de presión y temperatura, posibilitando la producción masiva de fertilizantes. Cerca de la mitad de la población humana actual está viva gracias al acceso a fertilizantes derivados del amoníaco, lo que convierte este descubrimiento en uno de los más relevantes en toda la historia de la humanidad. El impacto del proceso Haber-Bosch extendió además el uso del amoníaco hacia explosivos, fibras sintéticas y polímeros, consolidando la química industrial como un motor socioeconómico global.

A lo largo del siglo XX, la química industrial impulsó transformaciones profundas con el desarrollo de polímeros como el polietileno, el nylon, el PVC y posteriormente los poliuretanos y las resinas epóxicas. Estos avances fueron posibles gracias al trabajo de investigadores como Wallace Carothers, pionero del nylon, y Hermann Staudinger, cuyas investigaciones sobre macromoléculas sentaron las bases conceptuales de la química de polímeros moderna. Staudinger nació en Worms, Alemania, en 1881; desde joven mostró un interés profundo por la naturaleza y la estructura de los materiales. En su adolescencia destacó por su capacidad para resolver problemas matemáticos y químicos, y durante su juventud desarrolló una fuerte inclinación por la investigación básica. Su propuesta de que las sustancias como el caucho y la celulosa estaban formadas por macromoléculas gigantes fue inicialmente rechazada por la comunidad científica, pero con el tiempo se convirtió en uno de los fundamentos teóricos de la industria de los materiales sintéticos.

Otro ejemplo significativo es la vida de Marie Maynard Daly, bioquímica estadounidense y una de las primeras mujeres en contribuir a la industria química relacionada con los procesos fisiológicos y farmacológicos. Nacida en 1921 en Queens, Nueva York, creció en un ambiente que valoraba la educación, inspirada por los libros de química de su abuelo. En su adolescencia destacó por su capacidad académica, y en su juventud se convirtió en la primera mujer afroamericana en obtener un doctorado en química en Estados Unidos. Su trabajo en bioquímica industrial permitió avances en la comprensión de los efectos del colesterol y contribuyó al desarrollo de métodos analíticos utilizados por la industria farmacéutica.

En el ámbito de la química industrial orientada a materiales avanzados, la ingeniera química Frances Arnold, Premio Nobel en 2018, llevó la disciplina hacia una nueva frontera: la evolución dirigida de enzimas, una técnica que modifica proteínas para obtener catalizadores más eficientes, sostenibles y específicos para procesos industriales. Arnold nació en Pittsburgh en 1956; de niña, su interés por la mecánica y la construcción la llevó a modificar aparatos y máquinas en su hogar. En su adolescencia enfrentó dificultades académicas, pero desarrolló una profunda capacidad de resiliencia. Durante su juventud estudió ingeniería mecánica y luego química, convirtiéndose en una de las científicas más influyentes del siglo XXI. Su trabajo permitió reemplazar procesos industriales contaminantes por rutas biotecnológicas limpias, abriendo paso a la química sustentable del futuro.

En la actualidad, la química industrial vive una transformación impulsada por la catálisis avanzada, los materiales híbridos, la ingeniería molecular computacional, la captura de carbono, la química circular y los procesos de baja energía. Los nuevos descubrimientos se centran en eficiencia energética, reducción de residuos, optimización molecular y diseño sostenible, con aplicaciones en baterías de estado sólido, bioplásticos, semiconductores, química farmacéutica y producción alimentaria.

En México, la química industrial ha evolucionado de manera significativa desde el siglo XX, con el establecimiento de industrias petroquímicas, farmacéuticas, alimentarias y de polímeros. En la actualidad se impulsa una transición hacia procesos más sostenibles, investigación en catálisis, materiales avanzados, química verde y bioprocesos. Instituciones como el Instituto Politécnico Nacional, la UNAM, el Cinvestav, la UAM y diversos centros CONACYT desarrollan investigación aplicada en química industrial, mientras que empresas nacionales y multinacionales operan plantas químicas enfocadas en polímeros, petroquímica secundaria, fertilizantes, fármacos, minería metalúrgica, recubrimientos y manufactura avanzada. La tendencia nacional apunta a procesos limpios, eficiencia energética y sustitución de importaciones mediante desarrollo tecnológico propio, impulsado por científicos e ingenieros mexicanos que integran investigación, industria e innovación.


TEXTO EN INGLÉS

The Evolution of Industrial Chemistry:

 Discoveries, Scientists, and Their Impact on

 Humanity

Industrial chemistry is one of the technological pillars that have transformed the course of human civilization. From its formal emergence during the Industrial Revolution to the recent advances in green chemistry, heterogeneous catalysis, molecular engineering, and sustainable production, this discipline has shaped the economy, medicine, agriculture, energy, and virtually every aspect of modern life. Its history is a narrative of innovation, science, industry, and humanity, marked by inventions that changed the way societies produce goods, use resources, and confront environmental and technological challenges.

Although chemical practices have existed since ancient civilizations—such as Sumerian metallurgy, Egyptian glassmaking, and Phoenician dyeing—modern industrial chemistry was born when chemistry ceased to be an artisanal craft and became a quantitative science, driven by the work of Lavoisier, Berzelius, Davy, Faraday, and later by the revolution of chemical analysis in the 19th century. Industrialization required reproducible, scalable, and controlled processes, and it was precisely this need that triggered the first major breakthroughs: the mass production of sulfuric acid by the lead chamber process and later the contact process; the industrialization of sodium carbonate through the Solvay process; and the synthesis of artificial dyes following the accidental discovery of mauveine by William Henry Perkin in 1856, a finding widely regarded as the official starting point of the modern chemical industry.

Among the most influential discoveries is the synthesis of ammonia through the Haber–Bosch process, developed by Fritz Haber and later optimized industrially by Carl Bosch. This process enabled the fixation of atmospheric nitrogen on an industrial scale through heterogeneous catalysis under extreme pressure and temperature, making the large-scale production of fertilizers possible. Nearly half of today’s global population is alive thanks to the availability of ammonia-derived fertilizers, making this discovery one of the most consequential in all human history. The impact of the Haber–Bosch process also extended ammonia use to explosives, synthetic fibers, and polymers, consolidating industrial chemistry as a global socioeconomic engine.

Throughout the 20th century, industrial chemistry drove profound transformations through the development of polymers such as polyethylene, nylon, PVC, and later polyurethanes and epoxy resins. These advances were possible thanks to researchers like Wallace Carothers, pioneer of nylon, and Hermann Staudinger, whose work on macromolecules laid the conceptual foundations of modern polymer chemistry. Staudinger was born in Worms, Germany, in 1881; from an early age, he showed a deep interest in nature and the structure of materials. In his adolescence, he excelled at solving mathematical and chemical problems, and in his youth he developed a strong inclination toward basic research. His proposal that substances such as rubber and cellulose were composed of giant macromolecules was initially rejected by the scientific community, but over time it became a theoretical cornerstone of the synthetic materials industry.

Another significant example is the life of Marie Maynard Daly, an American biochemist and one of the first women to contribute to the chemical industry in fields related to physiological and pharmacological processes. Born in 1921 in Queens, New York, she grew up in an environment that valued education, inspired by her grandfather’s chemistry books. In adolescence, she stood out for her academic talent, and in her youth she became the first African American woman to earn a Ph.D. in chemistry in the United States. Her work in industrial biochemistry advanced the understanding of cholesterol’s effects and contributed to the development of analytical methods used in the pharmaceutical industry.

In the field of industrial chemistry focused on advanced materials, chemical engineer Frances Arnold, Nobel laureate in 2018, led the discipline into a new frontier: the directed evolution of enzymes, a technique that modifies proteins to obtain more efficient, sustainable, and specific catalysts for industrial processes. Arnold was born in Pittsburgh in 1956; as a child, her interest in mechanics and building led her to modify household devices and machines. In adolescence she faced academic challenges but developed remarkable resilience. In her youth, she studied mechanical engineering and later chemistry, becoming one of the most influential scientists of the 21st century. Her work enabled the replacement of polluting industrial processes with clean biotechnological pathways, opening the door to future sustainable chemistry.

Today, industrial chemistry is undergoing a transformation driven by advanced catalysis, hybrid materials, computational molecular engineering, carbon capture, circular chemistry, and low-energy processes. New discoveries focus on energy efficiency, waste reduction, molecular optimization, and sustainable design, with applications in solid-state batteries, bioplastics, semiconductors, pharmaceutical chemistry, and food production.

In Mexico, industrial chemistry has evolved significantly since the 20th century, with the establishment of petrochemical, pharmaceutical, food, and polymer industries. Today, the country is moving toward more sustainable processes, research in catalysis, advanced materials, green chemistry, and bioprocesses. Institutions such as the Instituto Politécnico Nacional, UNAM, Cinvestav, UAM, and various CONACYT centers conduct applied research in industrial chemistry, while national and multinational companies operate chemical plants focused on polymers, secondary petrochemicals, fertilizers, pharmaceuticals, metallurgical mining, coatings, and advanced manufacturing. The national trend points toward clean processes, energy efficiency, and the replacement of imports through homegrown technological development, driven by Mexican scientists and engineers who integrate research, industry, and innovation.

Referencias 

Arnold, F. H. (1998). Design by directed evolution. Accounts of Chemical Research, 31(3), 125–131.
Carothers, W. H. (1938). Polymerization and polycondensation. Journal of the American Chemical Society, 60(2), 417–428.
Haber, F. (1905). Thermodynamics of Technical Gas Reactions. Springer.
Bosch, C. (1932). Development of the ammonia synthesis. Nobel Lectures: Chemistry 1922–1941.
Perkin, W. H. (1868). On the purple dye obtained from coal-tar. Journal of the Chemical Society, 21, 53–63.
Staudinger, H. (1932). Die Hochmolekularen Organischen Verbindungen. Springer.
Daly, M. M. (1951). Studies on purine metabolism. Journal of Biological Chemistry, 193(1), 281–289.
García-Rodríguez, F. (2019). Industrial chemistry in Mexico: Progress, challenges and future trends. Revista Mexicana de Ingeniería Química, 18(2), 345–372.
Solvay, E. (1883). La fabrication industrielle du carbonate de soude. Bruxelles: Hayez.
Lavoisier, A. (1789). Traité élémentaire de chimie. Paris: Cuchet.
Stoll, A., & Hinderling, B. (1996). Chemical industry of the 20th century. Pure and Applied Chemistry, 68(12), 2303–2310.
Jiménez-Islas, H. (2018). Green chemistry and sustainable processes in the Mexican industrial sector. Journal of Cleaner Production, 199, 912–923.

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