Atlas de Riesgos en México: historia, funciones y guía
Atlas de Riesgos en México: historia, funciones y guía
El Atlas de Riesgos en México es una herramienta científica y social creada para identificar, medir y representar en mapas los peligros naturales y antrópicos que pueden afectar a la población, la infraestructura y los ecosistemas del país. Su propósito principal es ayudar a prevenir desastres, reducir pérdidas y fortalecer la planeación territorial. Aunque hoy su consulta es digital e interactiva, su origen se remonta a varias décadas atrás, como parte de una evolución institucional que combina conocimiento técnico, gestión pública y participación social.
Su historia inicia después de los grandes desastres que marcaron al país en la segunda mitad del siglo XX, en especial el terremoto de 1985 en la Ciudad de México, que evidenció la falta de información confiable para prevenir y responder ante emergencias. A raíz de ello, el gobierno federal creó el Sistema Nacional de Protección Civil y, en 1988, el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED), encargado de coordinar investigaciones, recopilar datos y elaborar instrumentos que permitieran anticipar y mitigar riesgos. Con el tiempo, esta tarea se consolidó con apoyo de la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC), universidades, centros de investigación, gobiernos estatales y organismos internacionales, quienes aportaron tecnología, datos geográficos y metodologías para el estudio del territorio mexicano.
Durante la década de 1990 surgieron las primeras versiones impresas del Atlas Nacional de Riesgos, elaboradas por CENAPRED con mapas de peligros sísmicos, volcánicos e hidrometeorológicos. Estos documentos pioneros se convirtieron en la base del sistema moderno, que en los años 2000 migró hacia plataformas digitales basadas en sistemas de información geográfica (SIG). En 2009 se lanzó el Atlas Nacional de Riesgos digital, y desde entonces se ha mantenido en actualización constante, integrando bases de datos, herramientas interactivas y la posibilidad de consultar los atlas estatales y municipales. Con ello, México se colocó entre los países latinoamericanos con sistemas de información de riesgo más completos y accesibles al público.
El Atlas Nacional de Riesgos es coordinado por CENAPRED y la CNPC, dependientes de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, con la colaboración de dependencias federales, universidades y centros de investigación. Cada entidad federativa y municipio desarrolla su propio atlas siguiendo lineamientos comunes, lo que permite comparar información entre regiones y construir políticas de prevención coherentes. Además del atlas nacional oficial, existen versiones locales, portales estatales y atlas temáticos elaborados por universidades, que complementan la información con mayor detalle en zonas urbanas o rurales específicas.
Su utilidad práctica es múltiple: apoya la planeación urbana, orienta los usos de suelo, facilita la toma de decisiones en infraestructura y fomenta una cultura de prevención en la población. Para los alcaldes y planeadores, es una herramienta que ayuda a saber dónde es seguro construir, cómo reforzar viviendas o escuelas y qué zonas requieren obras de mitigación. Para el público general y los estudiantes, es un mapa de conocimiento sobre su entorno: muestra qué fenómenos naturales pueden ocurrir, por qué suceden y cómo prepararse.
La elaboración de un atlas de riesgos sigue un proceso técnico y lógico. Primero se identifican los fenómenos peligrosos (como sismos, huracanes, inundaciones o deslizamientos) mediante estudios históricos y científicos. Después se calcula el peligro, es decir, la probabilidad de que ocurra un evento y su intensidad. Luego se determina la exposición, que representa todo lo que puede verse afectado (personas, casas, hospitales, carreteras). Posteriormente se analiza la vulnerabilidad, que muestra qué tan capaces son esos elementos de resistir el daño. Finalmente se combinan estos factores para generar mapas de riesgo, donde se puede visualizar qué zonas son más seguras o más vulnerables.
Cada atlas incluye capas de información que muestran diferentes mediciones: peligros sísmicos, volcánicos, de inundación, incendios forestales, hundimientos de terreno, entre otros. También contiene mapas de vulnerabilidad física (tipo de construcciones), social (densidad de población y servicios) y ambiental (condiciones del suelo o cobertura vegetal). Además, integra datos topográficos, cuencas, pendientes, redes de drenaje y otros elementos técnicos que permiten entender cómo responde el territorio frente a los fenómenos naturales. Estas capas se actualizan constantemente con información de satélites, estaciones meteorológicas y bases de datos nacionales.
La validación de la información es fundamental. Cada mapa o modelo se revisa con datos reales tras un evento (por ejemplo, una inundación o un sismo) para ajustar las estimaciones y mejorar la precisión de los modelos. Por ello, los atlas municipales y estatales deben actualizarse cada pocos años, especialmente cuando cambia el uso del suelo o aumenta la población en zonas vulnerables.
Entre los consejos técnicos para autoridades locales destacan la verificación de los datos locales con observaciones en campo, la elección de la escala adecuada para planear obras, la incorporación del atlas a los planes de desarrollo urbano, la divulgación del contenido entre la ciudadanía y la capacitación constante del personal municipal. La creación de comités técnicos interinstitucionales, con participación de áreas como catastro, obras públicas, medio ambiente y universidades, ayuda a mantener actualizado el conocimiento del territorio.
Para que el público en general y los estudiantes comprendan estos conceptos, puede explicarse de manera más sencilla: el peligro es lo que puede pasar, la vulnerabilidad es qué tan preparados estamos para resistirlo y el riesgo es lo que puede ocurrir si no se toman precauciones. Los atlas sirven como mapas de prevención, como un “semáforo” que muestra dónde es más seguro y dónde no. Por ejemplo, si un alumno vive en una zona propensa a inundaciones, el atlas le enseña por qué pasa eso y cómo protegerse. Si un alcalde lo usa, puede decidir no permitir más construcciones en esa zona y reforzar el drenaje.
Conocer los atlas de riesgo es fundamental para todos. Representan la unión entre ciencia, tecnología y sociedad, y su valor va más allá de los mapas: ofrecen una visión preventiva del futuro. Gracias a ellos, México puede anticipar los efectos de fenómenos naturales, reducir pérdidas y fortalecer su resiliencia. Cuando los ciudadanos, los estudiantes y las autoridades comprenden cómo funcionan y los consultan, se genera una cultura de autoprotección y responsabilidad compartida.
En conclusión, el Atlas de Riesgos de México es una herramienta científica, educativa y social que convierte la información técnica en decisiones concretas. Conecta el trabajo de investigadores, topógrafos, ingenieros, maestros y ciudadanos para cuidar el territorio y la vida. Conocerlo no solo ayuda a planificar mejor las ciudades, sino también a formar generaciones que entienden su entorno, prevén los desastres y valoran la importancia del conocimiento como base de la seguridad y el bienestar colectivo.
TEXTO EN INGLÉS
Risk Atlas in Mexico: History, Functions, and Guide
The Risk Atlas in Mexico is a scientific and social tool created to identify, measure, and represent in maps the natural and human-caused hazards that may affect the population, infrastructure, and ecosystems of the country. Its main purpose is to help prevent disasters, reduce losses, and strengthen territorial planning. Although today it is consulted via digital and interactive platforms, its origin goes back decades, as part of an institutional evolution combining technical knowledge, public management, and social participation.
Its history begins after the major disasters that marked the country in the second half of the twentieth century, especially the 1985 earthquake in Mexico City, which exposed the lack of reliable information to prevent and respond to emergencies. As a result, the federal government created the National Civil Protection System and, in 1988, the National Center for Disaster Prevention (CENAPRED), charged with coordinating research, gathering data, and developing tools to anticipate and mitigate risks. Over time, this task was consolidated with the support of the National Coordination of Civil Protection (CNPC), universities, research centers, state governments, and international organizations, who contributed technology, geographic data, and methodologies for the study of the Mexican territory.
During the 1990s, the first printed versions of the National Risk Atlas emerged, produced by CENAPRED with maps of seismic, volcanic, and hydrometeorological hazards. These pioneering documents became the foundation of the modern system, which in the 2000s migrated into digital platforms based on geographic information systems (GIS). In 2009, the digital National Risk Atlas was launched, and since then it has remained in constant update, integrating databases, interactive tools, and the possibility of consulting the state and municipal atlases. With this, Mexico positioned itself among Latin American countries with the most comprehensive and publicly accessible risk information systems.
The National Risk Atlas is coordinated by CENAPRED and the CNPC, under the Ministry of Security and Citizen Protection, with collaboration from federal agencies, universities, and research centers. Each federative entity and municipality develops its own atlas following common guidelines, which allows comparison of information across regions and the building of coherent prevention policies. Beyond the official national atlas, there are local versions, state portals, and thematic atlases prepared by universities, which complement the information with greater detail in specific urban or rural areas.
Its practical utility is multiple: it supports urban planning, guides land-use decisions, facilitates infrastructure decision making, and fosters a prevention culture among the public. For mayors and planners, it is a tool that helps know where it is safe to build, how to reinforce homes or schools, and which zones require mitigation works. For the general public and students, it is a knowledge map of their surroundings: it shows what natural phenomena may occur, why they happen, and how to prepare.
The creation of a risk atlas follows a technical and logical process. First, hazardous phenomena (such as earthquakes, hurricanes, floods, or landslides) are identified using historical and scientific studies. Then the hazard is calculated—i.e., the probability that an event occurs and its intensity. Next, exposure is determined, representing everything that could be affected (people, homes, hospitals, roads). Afterwards, vulnerability is analyzed, showing how capable these elements are of resisting damage. Finally, these factors are combined to generate risk maps, where one can visualize which zones are safer or more vulnerable.
Each atlas includes layers of information showing different measurements: seismic, volcanic, flood, forest fire, and ground-settlement hazards, among others. It also contains maps of physical vulnerability (types of buildings), social vulnerability (population density and services), and environmental vulnerability (soil conditions or vegetation cover). Additionally, it integrates topographic data, watersheds, slopes, drainage networks, and other technical elements that help understand how the territory responds to natural phenomena. These layers are constantly updated with information from satellites, meteorological stations, and national databases.
Validation of the information is fundamental. Each map or model is reviewed using real data after an event (for example, a flood or an earthquake) to adjust estimates and improve model precision. Therefore, municipal and state atlases must be updated every few years, especially when land use changes or population increases in vulnerable zones.
Among the technical recommendations for local authorities are verifying local data with field observations, choosing the appropriate scale to plan works, integrating the atlas into urban development plans, disseminating the content among the public, and continuously training municipal staff. The creation of interinstitutional technical committees, involving areas such as cadastre, public works, environment, and universities, helps keep the territorial knowledge current.
To help the general public and students understand these concepts, one can explain them more simply: hazard is what could happen, vulnerability is how prepared we are to resist it, and risk is what could occur if precautions are not taken. Atlases serve as prevention maps, like a “traffic light” showing where it is safer and where it is more dangerous. For example, if a student lives in a flood-prone zone, the atlas teaches them why it happens and how to protect themselves. If a mayor uses it, they may decide not to allow more construction in that zone and reinforce drainage.
Knowing the risk atlases is fundamental for everyone. They represent the union between science, technology, and society, and their value goes beyond the maps: they offer a preventive vision of the future. Thanks to them, Mexico can anticipate the effects of natural phenomena, reduce losses, and strengthen its resilience. When citizens, students, and authorities understand how they work and consult them, a culture of self-protection and shared responsibility is created.
In conclusion, the Risk Atlas of Mexico is a scientific, educational, and social tool that transforms technical information into concrete decisions. It connects the work of researchers, topographers, engineers, teachers, and citizens to safeguard territory and life. Knowing it not only helps plan better cities but also fosters generations who understand their environment, anticipate disasters, and value knowledge as the foundation of security and collective well-being.
Referencias
Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED). (s. f.). Atlas de riesgos: ¿cuál es su estructura y contenido? Gobierno de México. Recuperado de https://www.gob.mx/cenapred/articulos/atlas-de-riesgos-cual-es-su-estructura-y-contenido
Atlas Nacional de Riesgos. (s. f.). Portal Atlas Nacional de Riesgos. Recuperado de https://www.atlasnacionalderiesgos.gob.mx
Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC). (s. f.). ¿Quiénes somos? Gobierno de México. Recuperado de https://cnpcinforma.sspc.gob.mx
CENAPRED. (s. f.). Guía de contenido mínimo para la elaboración de atlas de riesgos estatales y municipales. Recuperado de https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/691136/TEMA_2_ANALISIS_RIESGOS.pdf
Auditoría Superior de la Federación (ASF). (2019). Informe sobre antecedentes del Atlas Nacional de Riesgos. Gobierno de México.
Umweltbundesamt. (2019). National Risk Atlas Mexico: Development and Methodology. Informe técnico.


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